La mirada de Joaquín es tranquila y suave, es esquiva y escurridiza…
Un 23 de diciembre, con 4 años recién cumplidos, Joaquín fue diagnosticado con TDG (Trastorno Generalizado del Desarrollo).
María Eugenia, su mamá, tomó el colectivo ese día de vuelta a casa llorando, Joaquín no se dió cuenta.
Tenían un gran camino que recorrer. Entre papeleos y burocracia, no fue fácil conseguir las terapias y maestras integradoras para que Joaquín salga adelante y logre algún día la independencia anhelada.
Joaquín es único como todos y vulnerable como tantos niños con sus necesidades. A todos ellos les urge ser vistos en una sociedad que no siempre los incluye.
“Es un aprendizaje diario, desde que se levanta, hasta la hora de dormir, al salir a la calle, al enfrentar sus miedos, a esos ruidos que otros no perciben!”, dice María Eugenia llena de emoción. – “No me quejo de nada! Lo hago con todo el amor porque veo y disfruto sus avances y ya no me importa la mirada del otro, sólo la de él.”