La pandemia nos trajo un tiempo no esperado, un viaje al interior de nosotros mismos.
La amenaza del mundo a nuestra integridad en su versión invisible, misteriosa y mortal refuerza nuestros desvelos y nos sumerge una niebla sin fin, de lentos crepúsculos. Con un caminar errante, armados con nuestros sentidos, nuestros afectos y nuestras soledades, no queda otra que cerrar los ojos y esperar a que mañana sea diferente.
Fotografía, Personales